Ambos padecían los efectos del magnetismo, su vida estaba influenciada por este extraño fenómeno físico, por el cual sus cuerpos se sentían atraídos unas veces, y otras veces sus caracteres se sentían distanciados, pero incluso esa distancia a veces era compensada con otro tipo de atracción. No tenía sentido alguno, ¿porque ambos sufrían estos efectos, si no había campo magnético que los pudiera influenciar?, ¿no son solo el hierro y sus aleaciones las únicas susceptibles de sufrir su poder?. Lo que sí es cierto es que ambos actuaban como partículas cargadas, a veces los dos eran partículas negativas, otras veces eran positivas, pero la mayoría de las veces alternaban su estado, es entonces cuando la atracción era mayor. Los días en que ambos estaban cargados como partículas negativas eran momentos trágicos, sin un efecto que neutralizara al otro la separación era visible, y la caída de sus campos magnéticos evidenciaba aun mas ese distanciamiento. Igual que cuando ambos actuaban como partículas positivas, el choque era total, no había una separación física, pero si psíquica. De una manera o de otra se dieron cuenta de que la única solución era alternar sus estados, y de no ser posible que ambos tuvieran el choque positivo. A partir de ese momento se hicieron expertos, tanto detectando el estado del otro, como haciendo saber cuál era el propio. Fueron tiempo plagados de errores, a veces no se detectaban o lo hacían demasiado tarde, y a veces no eran claros a la hora de hacer saber cuál era su estado. Pero igual de tenaces que los imanes permanentes lograron el estado de equilibrio, haciendo que el campo magnético que los influenciaba jugara siempre a su favor, y que el flujo magnético que circulaba a través de ellos fuera cada vez de más intensidad. Fue entonces, una vez que ambos se habían fundido como un único cuerpo ferromagnético, que alguien cambio las reglas del juego, y transformo todo ese magnetismo en amor, las partículas positivas en complicidad, y las negativas en desasosiego. Es desde entonces que nos toca vivir con esas nuevas propiedades, aunque las reglas del juego siguen siendo las mismas.
"Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, el hombre no existe".
Nikola Tesla
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